domingo, 12 de junio de 2016

SENDERISMO: RUTA 9 - EL SENDERO DE LOS MUERTOS. EL GILILLO. EL BANDERIN.








            El pasado sábado 4 de Junio hice una ruta junto a mis amigos Fran, Juan Antonio y Manu (y he contado con su colaboración en el reportaje fotográfico) por el Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas, partiendo desde el municipio de La Iruela para realizar un camino lleno de embrujo y leyendas conocido como “Sendero de los Muertos”, “Camino de los Muertos” o “Sendero de los Espíritus”, además de dirigirnos también a las cimas de El Gilillo y El Banderín.





            El nombre de este sendero tiene una historia un poco macabra, puesto que se debe a que durante los tres siglos anteriores esta senda era utilizada por los “Recolectores de cadáveres”, un grupo de encapuchados que se encargaban de recoger los cadáveres de los serranos fallecidos para que pudiesen ser enterrados en tierra santa. Esta función la desempeñaban de noche, una “Santa Compaña” de supersticiones que atraía el mal fario a quien se cruzaba con ella.



            Esta ha sido sin duda la ruta más dura de las que he realizado hasta el momento, añadiéndole además el inconveniente del calor que hacía, pero mereció la pena desde el primer al último metro del recorrido.






            En vista del calor que estaba previsto que hiciese nos aprestamos a comenzar nuestra caminata bien temprano, y empezamos a subir por este sendero emblemático partiendo desde el mismo pueblo de La Iruela, punto de partida del recorrido, bajo el castillo templario.






            Tras unos minutos de subida, pasando junto a una “Vía Ferrata” con cuatro paredes verticales de hasta 60 metros de altura unidas por tramos horizontales y un puente, situada en las paredes verticales del Pico La Mocha y en la que los aficionados a la escalada pueden disfrutar de su deporte, pudimos contemplar ya desde la altura el Castillo de La Iruela, así como las vistas que nos depara el Mar de Olivos de la provincia de Jaén.






            Con la vista de “El Escribano” al frente, llegamos a un punto en el que el camino se bifurca, donde hay una gran piedra blanca, y en vista de la posición del sol y la arboleda del camino decidimos coger la senda de la derecha, la que nos llevaba hacia “La Mocha”, una zona con menor vegetación.







            Nos encaminamos por una empinada pendiente hasta llegar a La Mocha, desde donde disfrutamos de unas increíbles vistas de La Iruela, su castillo y las ruinas de la iglesia de Santo Domingo de Silos, así como también pudimos contemplar el gran cortado que se encuentra junto a esta cima.



















            Volvemos al sendero para seguir subiendo entre una arboleda de pinos hasta llegar a la antigua casa forestal de Prado Redondo, hoy en día en ruinas, donde paramos un rato para hacernos unas fotos con nuestra bandera de “CAFETER@S POR LOS MONTES”.













             Continuamos nuestro camino para dirigirnos hacia el Puerto del Tejo, por un sendero con zonas arregladas con mampostería y disfrutando de lo que nos ofrecía la naturaleza, como pinos de formas realmente extrañas y piedra curiosas, y una vez en el puerto íbamos a decidir si hacíamos el sendero circular o cogíamos un “pequeño” desvío, que fue lo que finalmente hicimos para dirigirnos hacia el Pico Gilillo, situado a 1.848 metros de altitud, el cual divisábamos en la lejanía.













            Tras parar en el Puerto del Tejo para un pequeño piscolabis, tomamos el sendero que nos iba a llevar hacia mi primer vértice geodésico, el que está situado en la cima del Gilillo, del que nos separaban unos 4 kms, camino que luego tendríamos que desandar para volver a nuestra senda.





Pasamos a lado de la Laguna de Cazorla, que en esta época se encuentra completamente vacía, pero tuvimos la fortuna de ver a una hembra de muflón. Da gusto ver como a estos animales en su medio natural.





            El camino, a pesar de los más de 800 metros de desnivel positivo que llevábamos en las piernas, se hacía muy llevadero hasta que llegamos a Puerto Gilillo y su refugio derruido, y desde aquí comenzamos a subir hasta situarnos bajo el pico del Gilillo, al cual subimos por su ladera rocosa y abrupta para llegar al Vértice Geodésico.






            La pena fue que, casi cuando estábamos llegando, unas nubes comenzaron a pasar a nuestra altura, ofreciéndonos el encanto propio de las grandes cimas pero privándonos de poder contemplar parte de las impresionantes vistas de las que se puede disfrutar desde la cima de este pico, pero bueno, por fin hice mi primer vértice!!!!.



















            Una vez llegamos a la cima y nos hicimos las consiguientes fotos, volvimos hasta el Puerto del Tejo para afrontar una nueva subida, en este caso hasta la cima del “Banderín”, situada a 1637 metros de altitud, donde se encuentra una casa forestal de vigilancia contra incendios y una gran antena.












            El ascenso al Banderín lo comenzamos desde muy cerca del Puerto del Tejo, y una vez llegamos a su cima nos quedamos comiendo bajo unas encinas situadas junto a la casa.






            Tras reponer fuerzas y charlar un rato con el guarda forestal, bajamos para volver a nuestro sendero pasando junto a la seca Laguna de La Iruela, el que baja del Puerto de los Arenales, con una bajada continua y constante por un sendero bien preparado pero con numerosas piedras y piñas caídas que hacen que no te puedas despistar en exceso. Una mirada atrás hacia el Banderín nos muestra el largo camino que llevábamos pateado, además de la llamativa presencia en la lejanía de los Poyos de la Mesa.







            Esta bajada entre pinos es preciosa, pero llega un momento en el que se te hace eterna de tan larga y pronunciada como es, aunque agradecimos los ratos de sombra que nos ofrecía, lo que nos corroboró el acierto que tuvimos en la elección del sentido de la ruta. Además, el cuerpo ya estaba deseando terminar, y más aun cuando sabes que te esperan unas cervezas fresquitas…









            Acercándonos al final de la bajada pasamos junto a la caseta de Fuente Rechita, y un poco más adelante vemos la Fuente de la Magdalena, vestigio de la antigua Fuente de la Milagrosa, que se encontraba en la Cueva de la Magdalena y que a raíz de su leyenda durante mucho tiempo tuvo fama de poseer aguas curativas.










            Y un poco mas adelante, por encima de nuestras cabezas y oculto por la arboleda divisamos ligeramente el Eremitorio de la Magdalena, una edificación de finales del siglo XVI (aunque se dice también que puede tener origen romano) que se encuentra en ruinas y está situado junto a la cueva, de donde nace el Arroyo de la Magdalena.





            Por fin llegamos a la “Piedra Blanca” e hicimos el último tramo que nos iba a llevar a nuestro punto de partida en La Iruela, la cual ya divisábamos en la distancia.



            Pero toda ruta tiene su momento para disfrutar de la naturaleza y todo lo que nos ofrece, y aquí os dejo un pequeño ejemplo con las fotografías artísticas de Fran, todo un lujo para la vista...























La dura ruta (para mi, claro) constó de 23,791 kms, con un desnivel positivo de 1.204,01 metros, con una pendiente máxima del 27%, y variando entre los 888 metros de cota mínima y los 1.837 metros de altura máxima. Yo acabé reventado, no estoy preparado para estos trotes… pero la terminé, con dos c……





            Y como no podía ser de otra forma, y más aun tras una ruta como esta, al llegar a Linares nos paramos para reponer líquidos en forma de cervezas fresquitas y sus ricas tapas, nuevamente en la Broché, donde nos esperaba nuestra amiga Encarni, que esta vez no pudo venirse con nosotros de ruta pero que si compartió esta parte fundamental de nuestras rutas.



¡¡¡¡¡ HASTA LA PRÓXIMA !!!!!


Ignacio Ortiz

@00CAFETERO

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